El aeropuerto de Fonsalía

30.08.2021 | Redacción | Opinión

Por: Óscar Izquierdo

Presidente de FEPECO

Decía George Orwell, novelista, periodista y ensayista británico que, “en una época de engaño universal decir la verdad es un acto revolucionario”, sentencia, que como todo lo que escribió, es de candente actualidad. El relativismo imperante, en todos los ámbitos, oscurece la verdad que, unido a la imposición del pensamiento único, ese que se autodenomina progresista, pintado de morado o rojo, hace que valga todo, porque el subjetivismo es quien manda. Cada cual dice o piensa lo que quiere que, por cierto, está muy bien, pero después, vienen los que tienen la tentación autoritaria de obligar a que todos los demás, piensen o crean como ellos y si no es así, entonces comienzan una verdadera “caza de brujas”, para evitar que los ciudadanos, ejerciendo su mayoría de edad, puedan sufrir la tentación de tener criterios propios, distintos a los que ellos plantean. Vinieron para acabar con la casta y le ha gustado tanto sus privilegios, que han desplazado a los que la gozaban y ahora son ellos, tan progres, izquierdistas o comunistas, los que la disfrutan, pero eso sí, declarando, con sus actos y comportamientos, que han asumido el liderazgo castoso, para la mayor gloria, defensa del pueblo y como no, del proletariado, perdón, por esta última palabra, que ya no la utilizan, ni saben lo que significa.

Escondidos detrás del populismo, que dice, pero no hace y de un ecologismo puramente publicitario, de imagen, con acampadas estrambóticas, recursos ante Europa para hacerse notar, recogida de firmas, hasta de Groenlandia si procede, parando absolutamente todo, da lo mismo si es una infraestructura pública o una inversión privada; como sandías, rojos por dentro y verdes por fuera, obstaculizan la actividad económica, el crecimiento productivo y el desarrollo social, principalmente de Tenerife y después, afectando gravemente a las tres islas verdes, mientras ellos viven cómodamente, instalados en la seguridad que da el sueldo de la función pública.

No es una novedad que no quieran el Puerto de Fonsalía. Sus planteamientos sesudos, les hacen ver sólo una parte de la cuestión a dilucidar, las que a ellos les interesa. De los beneficios, para la ciudadanía que traería, sobre todo en el empleo, no sólo su construcción, sino después, su funcionamiento, no quieren saber nada y tampoco desean que se conozcan, no vaya a ser, que sean mayores que los posibles perjuicios que se pueda ocasionar por su ejecución. Es lo que decíamos al principio, el todo o nada o estás conmigo o eres mi enemigo. No hay manera que haya un debate sosegado, serio, profesional, incluso es bueno que sea político, pero dejando fuera la demagogia y sabiendo que nadie tiene la verdad absoluta sobre el particular, que los demás también suelen acertar en algo.

Por favor, que nadie se lo tome al pie de la letra, pero a lo mejor, estamos equivocados y lo que había que plantear no es un puerto, sino un aeropuerto. Se acabaría instantáneamente con el debate, porque esos noistas, entusiastas de los aviones, ellos tan fundamentalistas, llevan en Tenerife apostando por el transporte aéreo, el más contaminante actualmente, desde hace dos años. No quieren el tren en Tenerife, pero en Gran Canaria sí, en cambio, quieren el avión en Tenerife y en Gran Canaria no, ¿quién los entiende?, ni ellos mismos se ponen de acuerdo, viven en la confusión permanente, reflejada en su apuesta aeronáutica, cuanto más, al presentarse como los únicos defensores del medio ambiente. Lo que les importa es la conectividad exterior de Tenerife, lo que pasa dentro de la isla le trae al pairo, incluso el hambre que se está pasando, por la falta de trabajo, que se solucionaría a base de una actividad continuada, progresiva y sostenible de la construcción. Porque, aunque les pese, los empresarios, si creamos trabajo y solucionamos problemas.


 

 

Imagen de archivo: Óscar Izquierdo, presidente de FEPECO

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