14.12.2020 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
La Historia con mayúsculas nos recuerda el pasado, para vivir el presente conscientemente y afrontar el futuro con seguridad. La humanidad ha sido capaz de soportar terribles tesituras, sufriéndolas dolorosamente, en otros casos, venciéndolas o simplemente, soportándolas con grandes sacrificios. Al final, de una manera u otra, se han sobrellevado, para seguir adelante. Cada generación es distinta, pasando por coyunturas que la diferencian, eminentemente, por los acontecimientos a los que se ha tenido que enfrentar. Guerras, invasiones, epidemias, catástrofes naturales, en fin, muchos sucesos que han marcado época. Pero lo que me gustaría destacar, es que siempre se ha evolucionado, no se ha parado la cronología y se ha conseguido continuar viviendo.
También lo haremos después de pasar esta epidemia del COVID-19, el tiempo que durará o las soluciones que se encuentren, todavía no se sabe, pero seguro que algún día llegará, volviendo a recomenzar, para afrontar el siguiente reto que se nos ponga por delante. Esa realidad contrastada empíricamente a través de los siglos, también tiene otra vertiente que no podemos olvidar. En cada momento crítico, han aparecido personas distinguidas, de calidad humana o profesional de carácter excepcional o con liderazgo suficiente para representar y arrastrar al conjunto de la sociedad.
Ahora nos encontramos en una tesitura complicada, tanto sanitaria, como económica y también social, que requeriría altura de miras, personas con afán de servicio, sacrificadas e inflamadas de rendimiento, pero lo que nos encontramos, en el colmo de la desesperación, es con unos responsables públicos, en su gran mayoría, insensatos, ególatras, interesados o peligrosamente mediocres, es decir, de poca calidad académica o profesional, con escasos méritos y más bien tirando a malo. No saben, no quieren, no pueden, pero en cambio, si son expertos en vender lo que no hacen, disfrazar sus continuos errores, tanto de acción, como de omisión, actuando, más que gobernando, en una persistente propaganda institucional o personal, que parece más teatro, que la digna dedicación política. Es otra catástrofe que afrontamos, porque si los que tienen el cometido de la gobernanza pública, son incapaces de hacerlo correctamente, la sociedad se ve desprotegida y al albur de los acontecimientos que se van produciendo, mientras que en los círculos, cenáculos o reuniones políticas, se habla o discute de temas que a nadie le interesa, sino a ellos mismos, como subirse los sueldos, mantener las apreciadas dietas o planificarse jubilaciones que no están al alcance del ciudadano medio español.
El ámbito empresarial, es otro mundo diferente, donde reina el trabajo, las ganas de hacer, intentando prosperar cada día algo más, arriesgando personal y familiarmente, creando actividad económica, fomentando el empleo, lo que significa en conjunto, instaurar riqueza social. La iniciativa privada, funciona a velocidad supersónica, ya que tiene que afrontar diariamente desafíos que, en la mayoría de los casos, no puede esquivar. Es una lucha tenaz, para obtener beneficios que vuelven a reinvertirse, en un círculo emprendedor, para continuar fomentando dinamismo económico. Destacando sobremanera, la perseverancia, en algunos casos heroica, de las pymes, microempresas o autónomos, que más que recibir ayudas de la Administración, es como si recibieran piedras todos los días, a base de ahogarlas con impuestos, recargos, normativas, expedientes, recursos y demás inventos burocráticos, que sólo sirven para hundirlas, pararlas y destrozarlas. Los empresarios y las empresarias tienen una actitud positiva ante la vida, porque son arriesgados, valientes y en algunos casos, hasta aventureros, comprometiéndose no solamente ellos solos, sino incorporando en esa difícil travesía, del quehacer económico, al personal de su empresa, formando una agrupación inseparable, para alcanzar las metas propuestas desde un principio. Como cambiaría todo si los políticos trabajasen, con la rapidez, eficiencia, gestión y competencia de los empresarios. Pero eso es un sueño.
Imagen: Óscar Izquierdo, presidente de FEPECO