Despistes, olvidos y automatismos personales

17.07.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco  Pérez

pacopego@hotmail.com

Los seres humanos parece que tenemos un cerebro muy complejo, que es quizás el órgano del cuerpo menos conocido por la ciencia médica, entre otras cosas porque funciona como una cuasi perfecta computadora y no se sabe muy bien cómo funcionan las conexiones interneuronales, la elaboración de los pensamientos, ni por qué se producen determinadas reacciones de asombre, alegría, tristeza o depresión.

Viene todo esto a cuento porque a pesar de ser una "máquina" extraordinaria también tiene sus pequeños fallos, que nos hace cometer errores muy usuales, que llamamos simples despistes, olvidos y en ocasiones hacemos muchas cosas por propia inercia, como si fuéramos unos robots autómatas.

De hecho, a cualquiera de nosotros nos ha pasado más de una vez levantarnos del sillón para ir a buscar un objeto a otra habitación de nuestro hogar y al llegar al cercano destino no acordarnos para lo que habíamos ido hasta allí, o desplazarse hasta la cocina, abrir el frigorífico y quedarnos extasiados con la puerta abierta contemplando los productos allí guardados e ignorar momentáneamente lo que, en principio nos apetecía coger.

Hay, incluso, casos más curiosos, cuando queremos encontrar un objeto que supuestamente se nos ha perdido y que nos ha pasado a muchas personas, como pretender saber dónde hemos dejado las llaves de casa o del coche y descubrir, minutos más tarde, que las teníamos entre los dedos de una mano; o necesitar unas gafas para leer un determinado escrito o ver un programa en la televisión y tras estar durante un rato rastreando el hogar en su busca darnos cuenta de que teníamos los lentes en la cabeza.

Se trata sin duda de pequeños lapsus mentales, de lagunas pasajeras de nuestra mente, que se van haciendo cada vez más habituales a medida que envejecemos, por lo que esos olvidos se relacionan de manera lógica con el avance de la edad.

Otros detalles a destacar son las cosas que, de estar tan acostumbrados, las hacemos por propia inercia experimental, como si fuéramos autómatas, como encender el interruptor de la luz de una habitación, incluso sin mirar, o abrir casi sin darnos cuenta el grifo de la bañera cuando nos vamos a duchar.

Son pequeñas cosas que hoy me apetecía comentar con ustedes, apreciados lectores, porque estamos en pleno verano y no siempre queremos referirnos a tristes hechos y noticias que suceden a nuestro alrededor o en el mundo y que inundan las ediciones informativas de los distintos medios de comunicación... Ustedes perdonen.

pacopego@hotmail.com

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