Construyendo bienestar en la modernidad

09.08.2019 | Redacción | Opinión

Por: Óscar Izquierdo

Presidente de Fepeco

La defensa del medio ambiente no es exclusiva de ningún iluminado, grupo, entidad o formación política-social determinada, ni puede basarse exclusivamente en fundamentos ideológicos, porque entonces la subjetividad supera la imparcialidad de los criterios expuestos. La obstinada actitud de quienes se creen investidos de una superioridad moral, haciendo del ecologismo una bandera frentista y guarnecida en cenáculos cerrados, en ciertos ambientes académicos y escogidos partidos políticos o movimientos sociales, no cabe duda que ha restado, en muchos casos, credibilidad. Pero a pesar de estas distorsiones, la conciencia ecológica ha avanzado en todo el mundo, de manera que hay un reconocimiento generalizado en cuanto a la urgencia en la toma de decisiones.

El sector de la construcción, por su misma actividad, tiene una relación insustituible con el territorio. Es apremiante conseguir una simbiosis que permita una ordinaria actividad del mismo, con una normal protección del medio ambiente. Porque hay que sumar, sobre todo, cuando lo que se pone en primer lugar son las personas, su calidad de vida y la mejora del bienestar social. Es la clave de un crecimiento económico acompañado de un desarrollo sostenible. La eficiencia energética, la accesibilidad universal, la economía circular, la construcción industrializada, la digitalización, la sostenibilidad, el confort y la salud de los usuarios, vienen imponiéndose como variables imprescindibles en el proceso constructivo, porque desde la construcción se tiene una posición estratégica para mejorar el uso de los recursos y de los materiales. Todos los estudios y propuestas futuras pasan por ciudades con edificaciones sostenibles, inteligentes y limpias, porque no se debe olvidar que más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas.

Se está avanzando en mejores prestaciones en la edificación, con avances evidentes en los comportamientos acústicos, térmicos, energía incorporada, generación de residuos y seguridad. Hay que renovar los parques de edificios residenciales y no residenciales, tanto públicos como privados, transformándolos en edificaciones con alta eficiencia energética y descarbonizados, para convertirlos en edificios de consumo de energía casi nulo. Se necesitan políticas valientes para potenciar la reforma y la rehabilitación, que es construir sobre lo construido. Porque nuestro sector es vital para todos y está dispuesto a dar respuesta a los nuevos retos y demandas que la sociedad actual, cada vez más exigente, reclama.

En cuanto a las infraestructuras, no se trata de hacerlas por hacerlas, porque sería un disparate; lo que se impone es tener una estructura básica de equipamientos, que sean la base estructural sobre la que se asiente una actividad económica y social fructífera. No es cuestión de llenar la isla de cemento y asfalto, como reiterada y maliciosamente se dice con frecuencia, pero si de ejecutar aquellas obras que van a simplificar nuestra vida diaria, mejorando la convivencia social o la estabilidad económica. No hay que tener miedo al progreso, cuando significa dignificar las condiciones personales de la ciudadanía. No hacer nada, oponerse a todo, dejar las cosas como están, ser tristes noistas, sólo lleva al enquistamiento de los problemas, el atraso societario y al declive económico.

Hay que emprender con arrojo el impulso que signifique avanzar en la mejora de las condiciones de vida, sin amilanarse en ningún caso, porque como dice el proverbio: “el mundo es de Dios y Dios lo tiene alquilado a los valientes”.

 

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