09.09.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Lo del "procès" de estos delincuentes catalanistas ya ha colmado la paciencia de miles de ciudadanos en Cataluña y fuera de aquella región, porque estos caraduras se han pasado cinco pueblos y treinta urbanizaciones en sus pretensiones independentistas.
No sé lo que el nuevo presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, pactó con esta gentuza a cambio de su voto favorable, además de acercar los políticos secesionistas presos (que no presos políticos, como quieren hacernos creer los descerebrados del lacito amarillo) a aquella comunidad autónoma de la parte nororiental de la Península Ibérica.
Esos acuerdos en cuartos oscuros de los sótanos del Congreso de los Diputados no deben hipotecar al Gobierno a la hora de tomar decisiones como la de aplicar otra vez el artículo 155 de la Constitución vigente, como hizo ya el Gobierno de Rajoy (PP), con el explícito apoyo del propio Sánchez (PSOE) y de Rivera (Cs).
La mayoría de los españolitos de a pie estamos hartos del bochornoso espectáculo que nos están ofreciendo estos auténticos payasos políticos de baja estofa con sus pretensiones secesionistas, sus disparates y sus continuas mentiras, capaces hasta de falsear las declaraciones de un juez para presentar una demanda contra él. Lo nunca visto.
Me dan náuseas ver cómo se permiten ir y venir de Barcelona a Bruselas estos cabritos irresponsables, a venerar al tal "Puchi", que no es más que un delincuente huido de la Justicia española, curiosamente protegido por autoridades belgas y alemanas, que se han pasado por el forro de los calzoncillos una euro orden dictada por un país miembro de la Unión Europea.
Patéticas las imágenes del tal "Puchi" con el presidente Torra (un xenófobo que defiende la superioridad intelectual de los catalanistas) y con Artur Mas, en el chalé alquilado por el primero (¿y pagado por quién?) en Waterloo. Mas es, sin duda, uno de los principales culpables de que la criatura republicana se haya convertido en un auténtico monstruo.
Estos tres individuos se han creído los más listos de la clase y quieren imponer sus caprichosas aspiraciones a todo un pueblo, utilizando toda clase de trucos y artimañas para conseguir su objetivo. Por mucho que se lo crean (seguramente no se cansarán de insistir en la creación de una república catalana), tarde o temprano el tiro les va a salir por la culata. Sobre todo si se aplica nuevamente el 155 y el Estado suspende otra vez la autonomía.
Y llegado el caso, si hiciera falta, habría que tomar medidas más contundentes para acabar con tremendo disparate. Más claro no puedo ser, aunque más de uno se rasgará las vestiduras por haberme expresado así. Lo siento.