15.04.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
El conflicto sirio me recuerda mucho a la Guerra Civil española (1936-39) por cuanto nuestra lucha fratricida sirvió como patio de entrenamiento de potencias europeas para preparar su participación en la II Guerra Mundial. Los nazis alemanes y los fascistas italianos, es decir, Hitler y Mussolini, apoyaron a los golpistas encabezados por el general Franco, y los rusos ayudaron a los republicanos por intereses muy concretos y definidos.
Con Siria, que es un país inventado cuyas fronteras las definió el antiguo Imperio Británico, está pasando lo mismo que sucedió en nuestro país, pero a gran escala, en la que rusos y fuerzas del régimen sirio tienen un objetivo no muy claro, y Estados Unidos y sus aliados pretenden una paz imposible en un conflicto donde las victimas son los civiles, que no tienen arte ni parte en todo este infierno.
A nadie se le escapa que el suelo sirio es muy apetecible por los grandes. No en vano tiene grandes reservas de petróleo y gas y su situación geoestratégica es muy importante para los intereses de Israel, que podría abastecerse de crudo de ese a través de oleoductos, dada su cercanía a Oriente Medio.
Aquí, tanto Donald Trump como Vladimir Putin quieren obtener un gran botín en Siria y ese es su gran objetivo. Se pelean como payasos imbéciles, pero los miles de niños sirios no se ríen ciertamente con sus risas. Son, somos, simples marionetas de los poderosos.
El dictador ruso y el pollaboba de peluca naranja también se ríen de Europa y disfrutan enviando a millones de refugiados inocentes al viejo continente. Otro conflicto añadido que Europa se ha mostrado incapaz de resolver.
¡Qué mundo más asqueroso¡