15.10.2022 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
La calidad de vida en Canarias es todo un tesoro que nos regala la naturaleza; pues no en vano gozamos de un clima y unos paisajes maravillosos. Tierra benigna y agradecida si se cuida y trabaja. Muchos son los turistas de distintos países que a lo largo de los años han venido a veranear al Archipiélago canario, manteniendo opiniones muy positivas. Incluso, repitiendo muchos de ellos las visitas a las Islas Afortunadas. Sin duda, muchos son los países en el mundo que tienen verdaderas maravillas, pero según fuentes orales que han visitado Canarias, este lugar es mágico, algo que supera cualquier rincón del planeta tierra. No es de extrañar, sobre todo si nos remontamos al último mito del poeta de la antigua Grecia, Hesíodo, el cual nombra a las Islas Afortunada. Dejando el pasado histórico descansar en su pasado; hay que reconocer que estas tierras volcánicas han servido para que la naturaleza haya generado unos lugares únicos en el mundo. En la actualidad, vivimos con los alisios a nuestro favor, pero también como puente fronterizo estratégico entre tres continentes como son: África, América y Europa.
Por otro lado, Canarias siempre ha sido la ´golosina´ de muchos conquistadores y empresarios; motivando que cada vez los proyectos masificados de cementos y hierros, vayan estrangulando la belleza de nuestras islas. Gobernantes de las distintas instituciones del Archipiélago canario, al igual que los castellanos en otra época, no han sabido respetar el territorio canario; demostrando todos ellos no tener personalidad y sentimientos hacia los valores de nuestras islas. Pese a todo ello, ante esa masacre de tierra ´asesinada´ por los ya citados personajes anteriormente, Canarias sigue siendo luz y vida para cualquier persona que quiera vivir o visitar unas tierras rodeada por el Océano Atlántico. Es una pena, que muchos que se hacen llamar evolucionistas y defensores de los valores de estas islas, no hayan sabido respetar la importancia que tienes estos bellos rincones que les separan a muy pocos kilómetros de las costas de África, y, que en otra época del pasado los clásicos griegos supieron valorarlas, aunque fuera a través de un mito o un sueño que todo ser humano tenemos derechos a través de las leyes del universo. Por otro lado, no descubro nada nuevo si escribo que la construcción supone dar empleo a muchas personas. Que vivimos de un alto índice del turismo, pero a la vez nuestras islas, donde vivimos, son cada vez lugares privados por las grandes compañías dedicadas a las construcciones rurales. En definitivas, yo no sé como sería el paraíso terrenal, pero si sé como son mis islas. Es decir, bellas, maravillosas, encantadoras y llenas de historias que marcaron el devenir de nuestro presente.
Imagen de archivo: Rafael J. Lutzardo Hernández