05.11.2022 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
No es una historia contada por un clásico griego. Es una historia real que esta sucediendo en este comienzo de siglo XXI. La historia de los mayores es una realidad que nos obliga a pensar que será de nosotros cuando lleguemos a una edad donde ya no podamos valernos por nosotros mismos. Sin duda, llegar a la vejes con calidad de vida es maravilloso, pero también es cierto que llegar en edad avanzada donde ya no puedas depender de ti mismo, es muy duro. Recientemente, unos treinta mayores recibieron el alta médica en el hospital de La Palma, pero nadie se dignó ir a su encuentro. Es decir, al parecer sus respectivas familias no han querido hacerse cargos y el hospital no tiene donde derivarlos. Qué pena y vergüenza de esas familias que se olvidan de quienes fueron en otra época esos mayores. Eso sí, cobrar cada mes las pensiones des esos mayores, si interesa.
Por otro lado, no hay que ir muy lejos para saber lo que ocurre en algunos centros, geriátricos y hospitales de mayores en Canarias, donde muchos de ellos llevan meses y años sin recibir una sola visita por parte de algún familiar. Sin embargo, ante esa triste y dura realidad de abandono de esas personas mayores por las partes afectivas del entorno familiar, queda la bondad, generosidad, humanidad y profesionalidad del personal sanitario que atienen cada día a esos mayores; cuidándoles, respetándoles y dándole el amor, cariño y respecto; valores humanos que no les han dado sus propias familias. No descubro nada nuevo, si escribo que vivimos en un mundo deshumanizado, donde en muchas ocasiones la prioridad nace en el materialismo. Por poner un ejemplo, recientemente Europa, los Veintisiete, desbloquearon 500 millones de euros más para armas, con el propósito de ayudar a Ucrania, lo que supone unos 3.000 millones desde que comenzó la invasión del ejército ruso.
Sin duda, Europa entiende que es una ayuda, pero yo entiendo que es seguir encendiendo cada vez más una hoguera que puede resultar una guerra mundial. Por si fuera poco, y con el coste económico que eso conlleva, la Unión Europea se permite el lujo de entrenar a 15.000 militares ucranianos en suelo comunitario. Vergonzoso.
Siendo sincero, sufro cuando tengo que escribir y denunciar este tipo de cosas que se suceden en nuestro país. Un dinero que se invierte en armas en lugar de invertirlos en viviendas para las familias que no tienen hogar, para aquellas personas que no tienen absolutamente ningún tipo de ingresos, al estado del bienestar, a la ley de dependencia, al empleo de jóvenes y mayores, pero también a los centros y hospitales de mayores que permitan tener más personal sanitarios y una mejor calidad de vida de los mayores. Así pues, nuestros mayores merecen respeto; amor, cariño y humanidad afectiva por parte de las respectivas familias. No olviden, esas familias desinteresadas de esos seres humanos olvidados, que ellos también, en un futuro no muy lejano, podrán estar ingresados en un centro de mayores.