02.10.2021 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
Pese a la tragedia por la que actualmente esta atravesando la isla de La Palma, motivado por un volcán sorpresivo y devastador, el cual insiste en convertir en un verdadero infierno los terrenos agrícolas y viviendas de miles de personas que trabajaban y habitaban en un lugar tranquilo y de un paisaje natural llamado Parque Natural de la Cumbre Vieja. Sin duda, nunca podremos olvidar aquel domingo, día 19 de septiembre de 2021, a las 15:12, en el municipio de El Paso, cuando el nuevo volcán entró en erupción, motivando cambiar las vidas de miles de personas, que perplejas y asustadas, pudieron observar como el magma vomitado por el nuevo cráter volcánico le arrebataba los sueños, ilusiones y sacrificios de toda una vida. Ni que decir tiene, que este nuevo fenómeno engendrado por la naturaleza y preparado para destruir todo lo que encuentra a su paso, ha cambiado la vida de miles de palmeros/as. Es decir, muchos de ellos/as, por las avanzadas edades, ya no tendrán tiempo de comenzar de cero.
Mientras que los más jóvenes, dependiendo del estado de las tierras, intentarán reconstruir a través de la sorriba nuevos terrenos agrícolas, pero se nos antoja que no será precisamente en el lugar donde el magma o lava de múltiples colores provocado por las fauces del volcán, sea posible de regenerar un suelo que anteriormente era fértil para la agricultura y ganadería.
Por otro lado, la Isla Bonita, pese al dolor, sufrimiento, impotencia y lágrimas, nunca estuvo sola. Desde el primer momento, la solidaridad de todo el archipiélago canario, junto con el resto del estado español, no se hizo esperar; permitiendo observar la grandeza de este pueblo hermano, que junto con el resto de la península ibérica, están demostrando la sensibilidad, compromiso, lealtad y amor en los momentos más puntuales y trágicos con lo que hasta ahora viene sufriendo la isla de La Palma. Es por ello, que hay que valorar y agradecer el gran trabajo que vienen realizando los distintos sectores de la sociedad canaria y del territorio nacional. Tanto en la intervención de la gestión institucional del Gobierno de Canarias, Gobierno Central, Monarquía española; cabildos; ayuntamientos, medios de comunicación; bomberos, policías locales, Guardia Civil, Protección Civil, Cruz Roja; asociaciones humanitarias, ejército, colectivos de voluntarios y ONGs; se han volcado si regatear en esfuerzos alguno.
Así pues, La Palma no está sola. Se encuentra arropada por el calor humano de millones de personas de los distintos puntos de Canarias, península Ibérica y de Europa.
Por último, como describe Arsenio Escolar en el digital en el Diario.es. La evacuación de la población, el control de las coladas, las distintas operaciones logísticas y de asistencia se han llevado a cabo con celeridad y orden ejemplares. No ha habido que lamentar daños personales. También gracias a la ciencia, que desde antes de la erupción venía advirtiendo de lo que podía ocurrir, asimismo con un alto grado de acierto. Las ayudas, los equipamientos, el apoyo a los damnificados deberían ser también rápidos y eficaces, y no deberían atascarse en enredos burocráticos cuando los focos de los medios y la atención pública general se alejen de La Palma. Y deberían incluir apoyos psicológicos para esos miles de palmeros que han perdido también buena parte del capital emocional de toda su vida.