27.11.2021 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
Por un momento estaba pensando escribir de política, pero deseche la idea, pues no quiero cansar a nuestros fieles lectores que cada día leen el Diario de Avisos, especialmente porque ya bastante tienen con todo lo que viene sucediendo en este comienzo de siglo XXI. Por lo tanto, hoy escribiré lo que en esto momentos estamos viviendo en este comienzo de siglo XXI.
No descubro nada nuevo, si escribo que en esta etapa de nuestras vidas muchas son las cosas que vienen ocurriendo, especialmente cuando el ser humano sigue haciendo dioses sin hacer milagros. Por otro lado, que duda cabe que no nos queda otra que adaptarnos a las nuevas medidas y exigencias de la propia evolución del ser humano, asociada a los avances tecnológicos, junto con las actuales pandemias y cambio climático y vivir o sobrevivir en un mundo de mucha improvisación. Podríamos hablar o pensar sobre el futuro, pero tal como están las cosas, creo que lo mejor es vivir el presente de cada uno de nosotros, pues el futuro no tiene un guion fiable que nos haga asegurar absolutamente nada.
Por otro lado, mientras que el planeta Tierra sigue girando de oeste a este, todo hace pensar que nosotros no acusamos el mareo, la vida cotidiana sigue siendo la misma. Es decir, las castas siguen siendo las grandes diferencias dentro de las sociedades de los países del mundo. Pobre y ricos. Sin embargo, y como ya lo hicieran nuestros antecesores en la prehistoria, el ser humano es capaz de adaptarse a cualquier escenario, aunque con herramientas diferentes, maneras de pensar y vivir. Lo cierto es, que nos creemos más inteligentes que cualquier ser vivo del planeta tierra. Y es cierto. Solo que, y pese a las leyendas y teorías de objetos no identificados de otros planetas, hasta ahora no hay pruebas evidentes que confirmen la existencia de otros seres humanos de otro lugar fuera de la Tierra.
En lo que a mi respecta, puedo confesar que mi vida ya no es una escaleta en el tiempo y en minutos de actuación de mi vida, en un día normal. Vivo para sobrevivir en un mundo lleno de desorden y de mucha improvisación, donde tengo la suerte de vivir en un lugar que no es precisamente el Tercer mundo. Somos hijos de la vida, personas obligadas hacer un mundo mejor e igualitario, pero mucho me temo que eso nunca se podrá llevar a cabo, especialmente porque los gobiernos de muchos países del mundo provocan las guerras, las miserias, el hambre y las muertes. Por lo tanto, sigamos las directrices que la vida nos pone cada día y en cada momento, con el objetivo de seguir vivos por intentar ser más humanos.
Imagen: Acontecimientos siglo XXI | CEDIDA