Esta lección nos hace más fuerte

02.05.2020 | Redacción | Opinión

Por: Rafael J. Lutzardo Hernández

Sin duda, el protagonista de este comienzo del año 2020 ha sido el COVID-19. Nunca imaginamos, concretamente en el 2019, en la despedida del año viejo, con las copas de champán alzadas, un brindis por un Nuevo Año 2020 lleno de salud y felicidad. Quién iba a imaginar que un virus francotirador estaba tan cerca de todos nosotros, del mundo entero. Lo que al principio la mayoría de los países, incluyendo España, pensaron que era una simple gripe de temporada, resultó ser un virus invisible asesino mortal. Por vez primera, una nueva generación y gran parte de personas mayores, hemos vivido una nueva experiencia de miedo, confusión y de confinamiento, lo que ha provocado inquietudes y cierto desorden mental en muchas personas.

Un confinamiento, que ha servido para poder reunirnos con las familias y de paso, poner la casa en orden, especialmente en esos baúles de los recuerdos que llevaban tantos años guardados en muchos rincones de cada hogar, de cada rincón de España. Así mismo, salvo una minoría, el comportamiento de todos los españoles ha sido ejemplar, pues en ello nos iba la vida, donde todos sabíamos que aislarnos del coronavirus era lo mejor que nos podía suceder, siempre recomendado por los expertos del Ministerio de Sanidad y ordenado por el Gobierno de Pedro Sánchez. Del mismo modo, el estar confinado no ha sido cómodo para nadie, especialmente para los niños/as, los cuales han resistido estoicamente un encierro acompañados de sus respectivos familiares.

Por otro lado, y pese a la reacción tardía y falta de material desde un principio, los sanitarios han sido piezas fundamentales para que muchas más personas no fueran blanco de los dardos envenenados del COVID-19. Ellos/as, esos profesionales de la medicina, han estado trabajando y luchando en primera línea de contagios e infecciones contra el coronavirus, sin el material necesario para poder protegerse, motivando la muerte de algunos de ellos. Tampoco podemos olvidar los más de 23.000 personas, en su mayoría, personas mayores que convivían en residencias, han sido víctimas de este virus inteligente, el cual todavía no se sabe a ciencia cierta de donde proviene.

Más de 40 días de confinamiento han servido para ponernos a prueba ante el desafió de un virus que ha venido para quedarse entre nosotros, pero también para hacernos más fuertes a la hora de enfrentarnos a las más duras circunstancias. Estoy seguro que entre todos venceremos esta nueva pandemia, pero no podemos olvidar que este COVID-19 todavía sigue vivo en cualquier rincón del mundo, motivando no bajar la guardia y cumplir fielmente las indicaciones de los especialistas sanitarios.

Por último, lo más deseado en estos momentos es acabar con este minúsculo y pandémico virus, el cual ha sido capaz de paralizar el planeta tierra y dejar unas secuelas terroríficas y enormes, de las cuales algunas ya no serán nunca recuperables como son las personas fallecidas, y, una economía rota en todas sus dimensiones. Es por ello, y hasta que no se descubra la tan esperada vacuna, este coronavirus sigue vagando a sus anchas por el mundo, pudiendo incluso existir un repunte en épocas inesperadas. Esperemos que eso no ocurra, pero lo cierto es que de esta lección ya todos estamos más preparados, especialmente el mundo sanitario y los respectivos gobiernos que conforman el planeta tierra.

Rafael J. Lutzardo Hernández

Rafael J. Lutzardo Hernández

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