15.01.20022 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
Sin duda, todos tenemos una opinión bien diferente de lo que en estos momentos esta aconteciendo en el mundo en este comienzo de siglo XXI. Opiniones para todos los gustos y temas de debates, donde cada uno parece estar en posición de la verdad. Sinceramente, en lo que respecta a mí, observo y pienso que vivo en un mundo nada parecido al que viví en mi infancia. Lógico, hemos evolucionado de tal manera que hasta las mascotas de compañías se han puesto de moda. Lo cierto es, que hemos evolucionado tanto en el mundo de la tecnología o revolución tecnológica que ya es casi imposible poder vivir o trabajar sin esas herramientas asociadas al mundo de internet. Atrás quedaron aquellos tiempos donde muchos hogares dependían de las velas, quinqués, carburo, leña para hacer las comidas, cocinillas de petróleo, destupidores, las ventitas de los fiados, el afilador de cuchillos y tijeras, hielo para las neveras sin motor, teléfonos de discos y piedras de lavar, etc. Tiempos pretéritos que ya no volverán. De la misma manera, y antes que apareciera la revolución tecnológica, la comunicación fluida en las familias y amigos resultó ser sumamente importante, donde el emisor y receptor fueron valores importantes para la comunicación entre las personas, especialmente en las familias. Sin duda, fueron otros tiempos y otra generación.
Por otro lado, no quiero entrar en comparaciones, pues cada generación tuvo su época de esplendor, pobrezas y miserias. Dejemos que el pasado “duerma” en los anales de la historia de la evolución del ser humano. Dejemos que nuestras infancias permanezcan en los archivos de nuestros recuerdos, pues no en vano también fueron presentes de una determinada época. Lo que, si tengo claro, y por el transcurso de los años de mi vida, es que tengo que vivir y adaptarme a los nuevos cambios o transformaciones de las sociedades en el mundo, aunque también es justo reconocer que todavía hay países tercermundistas que se han quedado en su propio pasado, pero no porque ellos hayan querido. Es decir, porque los gobiernos más poderosos del mundo, junto con las grandes riquezas del capitalismo, no lo han dejado evolucionar. Así pues, las etapas de la vida del todo ser vivo no han sido mejores ni peores. Es lo que a cada uno le ha tocado vivir en los distintos escenarios de sus respectivas vidas.
Por último, quiero dejar bien claro que en el mundo que actualmente estoy viviendo, es un mundo de improvisación, especialmente por los acontecimientos que están sucediéndose a nivel mundial. Si la tecnología asociada a internet, informática y otras tantas redes sociales, cambiaron el hábito de nuestras vidas, pero también las cambiaron el terrorismo mundial (Torres Gemelas) y la pandemia bacteriológica provocada bien por la madre naturaleza o por los laboratorios experimentales de la mano del ser humano. Sinceramente, proponernos marcarnos un guión para mañana es muy complejo, pues nada hay de cierto y si mucha incertidumbre. Es por ello, que en estos momentos de nuestras vidas, en este año 2022 del siglo XXI, somos nuevamente aprendices de la vida, especialmente en un mundo transformativo, motivado por una pandemia mundial denominada como la Covid-19.