16.10.2021 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
El cambio climático viene consolidándose cada día más ante la actitud ambiciosa del ser humano, el cual insiste en evolucionar, pero con herramientas que motivan ahogar e intoxicar la atmósfera y el oxigeno que respiramos. Es por ello, cada día que pasa nuestra presencia en el planeta tierra sigue siendo un peligro para la vida natural de la tierra. Somos depredadores y no sabemos cuidar nuestro propio escenario donde vivimos. Creemos que el planeta tierra es inmortal, motivando abusar de manera discriminatoria contra los valores de la naturaleza. Si no asumimos la gravedad de la realidad del cambio climático, nuestro futuro o mejor dicho, el de las futuras generaciones, estarán en peligro.
Sin duda, hoy por hoy, apenas quedan dudas de que la mayor parte del aumento observado en las temperaturas medias globales desde mediados del siglo XX se debe al incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de las actividades humanas.
En el clima de la Tierra influyen múltiples factores como la concentración atmosférica de aerosoles y de los gases de efecto invernadero, la cantidad de radiación que recibe del Sol o las propiedades de la superficie terrestre. Cuando el equilibrio entre estos elementos se rompe, ya sea a través de procesos naturales o humanos, se modifica la cantidad de energía que la Tierra absorbe o devuelve al espacio, provocando un calentamiento o enfriamiento del planeta.
A lo largo de la historia los fenómenos de cambio climático no han sido una rareza, pero se habían producido por causas naturales, sin la influencia del hombre. Desde la revolución industrial, la situación ha cambiado y la acción humana está influyendo y acelerando el proceso de cambio climático global.
El conocido como “efecto invernadero” es un proceso natural que se debe a la presencia de ciertos gases en la atmósfera, como el dióxido de carbono (CO2), que permiten pasar la luz pero absorben el calor que a su vez irradia La Tierra, lo que consigue que la temperatura en la superficie se mantenga a un nivel que permite la vida en nuestro planeta.
El cambio climático global se está produciendo por un desequilibrio que potencia el efecto invernadero, originado por el aumento en la atmósfera de los niveles de dióxido de carbono y otros gases que retienen el calor, cuya causa está relacionada con la actividad humana.
La influencia de la actividad humana en el potenciamiento del efecto invernadero ha sido objeto de estudio por la comunidad científica. A través de la aplicación de modelos informáticos se ha comprobado que aquellas modelizaciones que incluyen la influencia humana sobre el clima reflejan acertadamente el actual patrón de calentamiento que estamos experimentando, mientras que los modelos que sólo tienen en cuenta los factores naturales predicen temperaturas muy por debajo de las realmente registradas.
Aunque son muy variadas las formas en las que la acción del hombre influye sobre el calentamiento global, como la liberación de metano que se produce por la eliminación de residuos en vertederos, o las emisiones originadas por la utilización excesiva de fertilizantes, las actividades que influyen en mayor medida en la intensificación del efecto invernadero son el uso de combustibles fósiles y la deforestación.
Los combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón, destinados a producir electricidad y utilizados en calefacción, refrigeración y transporte, constituyen la principal fuente de emisión de gases de efecto invernadero, por lo que la solución para combatir el cambio climático pasa necesariamente por la reducción el uso y mejora en la eficiencia de estos combustibles.
Asimismo, resulta esencial para combatir el cambio climático invertir la tendencia a la deforestación, en particular a la desaparición de las selvas tropicales, ya que las masas boscosas actúan como sumideros que absorben el dióxido de carbono, contribuyendo al mantenimiento del equilibrio del efecto invernadero.
¿Cuáles son las consecuencias del cambio climático?
Los seres humanos somos los causantes del cambio climático, pero también somos víctimas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que causa “defunciones y enfermedades debidas a desastres naturales. Además, muchas enfermedades importantes son muy sensibles a los cambios de temperatura y pluviosidad. Entre ellas enfermedades comunes transmitidas por vectores, por ejemplo, el paludismo y el dengue, pero también otras grandes causas de mortalidad como la malnutrición y las diarreas. El cambio climático ya está contribuyendo a la carga mundial de morbilidad y se prevé que su contribución aumentará en el futuro”.
Como recuerda el Ministerio para la Transición Ecológica, el cambio climático no es un problema sólo ambiental “sino de profundas consecuencias económicas y sociales. Su impacto potencial es enorme, con predicciones de falta de agua potable, grandes cambios en las condiciones para la producción de alimentos y un aumento en los índices de mortalidad debido a inundaciones, tormentas, sequías y olas de calor”.
Los expertos del Ministerio recuerdan que el cambio climático no afecta a todos por igual. España, por su situación geográfica y características socioeconómicas, es muy vulnerable al cambio climático. Ahora bien, son los países más pobres los que sufren las peores consecuencias del calentamiento global. Naciones Unidas estima que ya hay más de 65 millones de personas desplazadas por los efectos del cambio climático y el calentamiento global. El Banco Mundial calcula en este informe que 140 millones de personas de África, Asia y América Latina abandonarán sus países de aquí a 2050 por los efectos catastróficos del cambio climático. A pesar de ello, los “refugiados climáticos” no existen a efectos legales, salvo para unos pocos países, como Suecia o Finlandia.
Qué podemos hacer: mitigación y adaptación al cambio climático:
El informe del Banco Mundial señala que si se toman medidas, los refugiados climáticos se podrían reducir hasta en un 80%. Naciones Unidas enfoca la acción contra el cambio climático desde dos perspectivas: la mitigación y la adaptación. Por mitigación se entiende el intento de limitar los efectos de la acumulación de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Ya desde el famoso Protocolo de Kioto de 1997 se marcaron metas para los gobiernos de todo el mundo.
El cambio climático es un problema global y las soluciones deben tomarse por el conjunto de los países: sustituir los combustibles fósiles por energías renovables, aumentar el reciclaje o la eficiencia energética, utilizar modos de transporte sostenibles, construir viviendas y edificios más eficientes, detener la deforestación y regenerar los bosques, cambiar las técnicas agrícolas intensivas por otras sostenibles, ayudar a los países menos desarrollados para que incorporen dichas medidas, etc.
Los gobiernos aplican también medidas de adaptación, aceptando que el cambio climático es real y cada vez más grave, y tratan de preparar a sus países para reducir lo más posible sus efectos.
Los expertos aseguran que todavía estamos a tiempo. Para ello, es urgente implantar cuanto antes, y de manera complementaria, dichas medidas de mitigación y adaptación.