10.12.2022 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
Me preguntan que pasará en el mundo dentro de diez años. Ufff… ¿estaré vivo para contarlo? Y aunque fuera así, tampoco sé lo que sucederá, pues no soy adivino o un futurólogo del futuro. Estas cosas, me refiero a este tipo de preguntas, suelen en cualquier momento del día, sobre todo si la persona que te hace la pregunta se caracteriza por ser chistosa, con un humor que contagia a los demás, especialmente cuando las personas están de bajonas. Sin duda, y en los tiempos que nos tocan vivir, el humor es un buen antídoto para olvidar por unos momentos lo que actualmente acontece en el mundo. Lo que si tengo claro, es que venga lo que venga, tendré que hacerle frente, sobre todo si quiero seguir viviendo con calidad de vida y disfrutar de ella. No busco alcanzar una estrella del universo con mis manos o llegar a la luna con el objetivo de comprar una parcela. Busco algo más sencillo y si es posible con estilo tradicional. No quiero vivir como lo hacen los reyes, princesas, grandes artistas y empresarios, perseguidos por los paparazzis, los cuales buscan las noticias sensacionalista y de paso robar una parte de la vida privada y derechos de libertad de esas personas. Y si no que se lo pregunten a los que persiguieron a la que fuera princesa de Gales, Lady Di y su pareja, Al-Fayed.
Por lo tanto, yo prefiero seguir siendo quien soy. Es decir, fuera de todo lugar de los protagonismos; caminar sin que nadie me pida un autógrafo, beber y comer en un guanchinche sin que un flash de una cámara de fotos me delate. Eso se llama libertad y calidad de vida, un privilegio que solo los pobres tienen, aunque no tengan honor en la mesa del rico; pues aunque los ricos también tienen derechos a esa libertad y privacidad su condición y fama se ven “secuestradas” por las revistas basuras del corazón. En otro orden de cosas, seguiré viviendo a favor de la corriente del destino de mi vida, ya que de lo contrario sería como provocar voluntariamente mi muerte por suicidio. Por tal motivo, no estoy dispuesto arrojar la toalla, dejando fluir lo que el almanaque de mi vida me tenga destinado. Ahora en lo único que pienso es vivir mi presente de la manera más positiva posible. Salud ante todo; amor por lo que me rodea, amistad leal y sincera, un buen vaso de vino de cosecha propia, un buen escaldón, un rejo de pulpo guisado y viajar siempre y cuando mis posibilidades económicas me lo permitan. Así pues lo que pueda ocurrir dentro de unos años no lo sé. Lo importante para mi es lo que ocurre en el presente de nuestras vidas.
Imagen de archivo: Rafael J. Lutzardo Hernández