24.07.2021 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
Sin duda, el ser humano sigue siendo el mayor detractor y contaminante del planeta tierra. Ni que decir tiene, que todo lo que destruye no es una casualidad. Es algo premeditado y con una fuerte carencia de responsabilidad sobre el escenario donde vive. Es por ello, que la acumulación de masivas cantidades de plástico en los ecosistemas es uno de los grandes problemas medioambientales a los que nos enfrentamos en la actualidad. El plástico encarna una grave amenaza para la biodiversidad y para todo tipo de fauna: a gran escala lo podemos encontrar en prácticamente cualquier parte del planeta contaminando lugares de lo más inaccesible; a pequeña escala, sabemos que incluso puede llegar a formar parte de los organismos por bioacumulación.
Por otro lado, desde la Plataforma ZEO, revisa el impacto del plástico en los ecosistemas y su huella de carbono. El plástico es uno de los materiales más contaminantes de todos los tiempos. Vemos reflejado su impacto medioambiental a través de los incendios en los bosques a causa de la basura abandonada, o de los animales y especies en peligro a causa de la ingesta de los mismos.
El plástico es perjudicial incluso para el ser humano. Los microplásticos que desprende la ropa que vestimos, los cosméticos que utilizamos o las botellas que bebemos, pueden llegar a nuestro organismo de forma directo o indirecta, por ejemplo, a través del pescado que comemos.
El 93% de las botellas contienen contaminación por microplásticos.
Un estudio de la State University of New York demostró que aproximadamente un 93% de las botellas contienen contaminación por microplásticos que pueden llegar a tardar años en degradarse. En 2010 se lanzaron al océano unos ocho millones de toneladas de residuos plásticos. Si la comunidad internacional no toma medidas y la sociedad cambia, esta cantidad podría verse incrementada hasta 10 veces a lo largo de la próxima década.
A partir de los años 80, una nueva era de comodidad y consumismo empezó a calar en la sociedad extendiendo la cultura de un solo uso. Poco a poco dejamos de comprar el suministro de carne en tiendas locales, donde la carnicera envolvía el producto en papel, y las bebidas dejaron de comercializarse en vidrio, un material con una huella de carbono menor y más fácil de reciclar.
Poco a poco la población dejó de ir a comprar con su carro o su bolsa de tela. Empezó a envolver su bocadillo con papel fil y comprarse una botella de agua a diario en vez de llevar su agua de casa. Por suerte, en los últimos años el movimiento zerowaste o residuo cero está trabajando para concienciar a la sociedad de la necesidad de volver al sistema de consumo del siglo pasado.
Reducir, Reutilizar y Reciclar son las tres acciones clave para conseguirlo, pero es necesario un gran esfuerzo para lograr la circularidad en nuestra vida diaria. Conocer el verdadero papel del plástico climático nos puede ayudar a dar el paso.
1.Producción.
Durante su producción es cuando el plástico genera un mayor número de emisiones de CO2. No toda la sociedad tiene conciencia que el origen de este material tan popular está en el gas natural o el petróleo, los principales causantes del calentamiento global.
Para obtener el plástico, se lleva a cabo un proceso de destilado de estos compuestos en una refinería. Durante este proceso, se generan los polímeros compuestos por monómeros como el etileno o el prolipropileno, luego se trabajan y se convierten en los envases, botellas y latas que utilizamos durante la vida diaria.
Para obtener 1 kg de plástico se generan 3,5 kg de emisiones de CO2.
Se estima que, durante la separación y obtención de la materia virgen en la refinería y los posteriores procesos hasta obtener el producto plástico final, se genera una media de 3,5 kg de CO2 por un 1 kg de plástico.
Es fundamental recordar que según el informe del Centro Internacional de Ley Ambiental, en la actualidad la producción de plástico supone el 3,8% de las emisiones de carbono y se calcula que para el año 2050 va a ser responsable del 13% de ellas. La cultura de usar y tirar y el consumo de plásticos son incompatibles con los objetivos del Acuerdo de París 2015.
Los países deben establecer planes estratégicos para reducir el uso y la comercialización de productos plásticos como las bolsas. En 2020 grandes ciudades del del mundo como Bali, Cuidad de México o Nueva York decidieron prohibir su comercialización en supermercados y tiendas.
En España, según el Real Decreto sobre Reducción del consumo de bolsas Real Decreto 293/2018, a partir del 1 de enero de 2021 se prohíbe la producción y venta de bolsas de plástico ligeras o muy ligeras, exceptuando las compostables.
2. Comercialización.
Los productos que compramos en los supermercados y grandes superficies, que provienen de marcas conocidas, habitualmente no se producen cerca de donde los compramos. Así bien, algunos de los productos que nos llevamos a casa han tenido que viajar miles de kilómetros por barco, camión o avión, hasta llegar a nuestra estantería.
Aunque sea de forma indirecta, el transporte de los productos fabricados o con un embalaje de plástico también genera emisiones totalmente evitables. Llevando a cabo un consumo de proximidad, comprando alimentos frescos, de km0 y no procesados, además de cuidar nuestra alimentación, podemos llevar nuestros propios tuppers y bolsas de tela y así no cargar con esta huella de carbono.
3. Descomposición.
Greenpeace recoge en un informe datos poco favorables para la lucha contra el cambio climático. En España solo se recicla un 33% de la basura doméstica y en algunas ocasiones, aunque reciclemos de forma correcta los residuos plásticos qué generamos, no está garantizado que estos vayan a tener una segunda vida útil.
Paralelamente, otro de los problemas es que casi el 80% de los envases que reciclamos acaban en vertederos, incinerados o arrojados al medio ambiente. En España, la memoria anual del MITECO de 2016 descubre unos datos un tanto alarmantes: Del total de residuos de competencia municipal que se recogieron, el 57,3% acabó en vertederos.
El plástico genera emisiones GEI al degradarse.
Investigadores de la Universidad de Hawái descubrieron en 2019, que los plásticos más comunes emiten trazas de metano y etileno una vez expuestos a la luz solar. El policarbonato, acrílico, propileno, polestireno y el polietileno con el que están hechos la mayoría de envases de alimentos, artículos de plástico y textiles, generan una huella de metano perjudicial para reducir el calentamiento global de la Tierra.
4. Reciclaje.
Aunque no hay mejor residuo, que el residuo no generado, el reciclaje de plásticos resulta una alternativa sostenible que permite reducir el número de residuos abandonados en vertederos o contaminando nuestros espacios naturales.
Paralelamente, otro de los problemas es que casi el 80% de los envases que reciclamos acaban en vertederos, incinerados o arrojados al medio ambiente. En España, la memoria anual del MITECO de 2016 descubre unos datos un tanto alarmantes: Del total de residuos de competencia municipal que se recogieron, el 57,3% acabó en vertederos.
Investigadores de la Universidad de Hawái descubrieron en 2019, que los plásticos más comunes emiten trazas de metano y etileno una vez expuestos a la luz solar. El policarbonato, acrílico, propileno, polestireno y el polietileno con el que están hechos la mayoría de envases de alimentos, artículos de plástico y textiles, generan una huella de metano perjudicial para reducir el calentamiento global de la Tierra.
Siguiendo los principios de la economía circular, una de las formas de reducir el impacto de la contaminación de plásticos es reciclándolos y dándoles una segunda vida.
Aun así, durante este proceso de reciclaje y obtención de la granza, también se generan emisiones de CO2 que contribuyen al cambio climático. Para fabricar 1 kg de plástico reciclado, se generan 1,7 kg de CO2. Por este motivo, la huella de carbono de los objetos fabricados con plástico reciclado es mucho menor que la del plástico producido desde cero.
Por último, y si entre todos tomamos conciencia de lo que tenemos y debemos de respetar y valorar, viviremos en un mundo menos contaminante y con mayor calidad de vida. Pero eso hay que llevarlo con hechos positivos y no con palabras que se las lleva el viento.