El compromiso humano con la vida

31.12.2022 | Redacción | Opinión

Por: Rafael J. Lutzardo Hernández

El compromiso del ser humano con la vida se distingue por una lucha diaria entre un combinado de momentos buenos y malos divididos en etapas. La juventud y la vejez viajan juntas en el mismo vagón de un “tren” con una sola parada. Somos humano, exploradores de nuestros propios sentimientos y reacciones, pero también arquitectos de nuestras virtudes y defectos. Nuestras vidas en la esfera terrestre, escenario donde vivimos, es una especie de academia de formación humana. Desde que nacemos ya somos firmes candidatos a vivir las experiencias y exigencias que la vida nos impone, lo que implica que la balanza de la vida nunca será exacta para ninguno de nosotros, pues dependiendo donde hayas nacido tu vida puede resultar un éxito o una desgracia. Es decir, no es lo mismo nacer en un país del tercer mundo que en un país desarrollado. Es por ello, y desde el seno familiar, que la vida de todo ser humano desde que nace implica una compleja formación de enseñanzas teniendo como prioridad los valores humanos. Siendo sincero, y viendo lo que he visto y vivido, me siento un privilegiado, aunque ello no quiere decir que mi vida también haya sido un mar en calma. Con el transcurso de tiempo, de los años, y a diferencia de ese “tren” de la vida que mencioné al principio, comprendí que las guaguas urbanas de un día cualquiera de la vida cotidiana de cada uno de nosotros, existen muchas paradas; lo que significa que es importante bajarse de ellas de vez en cuando. Me explico, la humildad es lo que hace que el hombre sea interesante, valorado y respetado; siempre y cuando sepa cual es su próxima parada. Todo lo contrario del que no quiere bajarse de esa guagua engreída, orgullosa, prepotente y soberbia.

Sin duda, los conocimientos universales de la vida, en cuanto a estudios y formación se refiere, han hecho que el ser humano adquiera muchas ventajas para poder adquirir experiencias importantes, con el objetivo de consolidar sabidurías e ideas que le han servido para realizar y conseguir objetivos deseados. Pero también es cierto, que recorrer, explorar y escalar las fronteras universales del planeta tierra han servido para que el hombre se haya convertido en un nómada erudito de las voces de las experiencias y de su propia evolución. Somos recorridos de la vida; “pintores y escultores” de nuestro propios sueños y fieles “vigilantes” de lo que hemos creados con nuestras propias manos. Así pues, creo entender, que seguimos siendo aprendices de la vida bajo el brillo de la luz del sol, pernotando en las noches de luna llena con el deseo de ver un nuevo amanecer alejado de las enfermedades, y, vivir hasta que nuestros destinos o almanaques de la vida lo decidan.

Imagen de archivo: Rafael J. Lutzardo Hernández

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