Cuando el enemigo interior quiere hacerse dueño de nuestros cuerpos

04.11.2023 |Redacción | Opinión

Por: Rafael J. Lutzardo Hernández

Son las 17:00 horas de la tarde. Me encuentro en la quinta planta del Hospital de Día (Hospital Universitario de Canarias); dicha planta esta al completo de pacientes. En esta tercera ocasión me tocó el módulo 5. Enseguida, enfermeras y auxiliares se disponen atenderme. Noto como una de las agujas traspasa el reservorio que tengo puesto en un lado de mi cuello, con el objetivo de que el líquido que me van a poner se adentre a través de un catéter. Dicho reservorio hace la función de: Dispositivo que se usa para extraer sangre y administrar tratamientos, como líquidos intravenosos, medicamentos o transfusiones de sangre. Se introduce un tubo delgado y flexible en una vena, por lo general debajo de la clavícula. Luego se pasa el tubo hasta una vena grande en el lado superior derecho del corazón, llamada vena cava superior. Se introduce una aguja en un extremo del catéter fuera del cuerpo para extraer sangre o administrar líquidos. Un catéter central de acceso venoso en ocasiones se deja colocado durante semanas o meses para evitar los pinchazos múltiples. Hay varios tipos de catéteres centrales de acceso venoso. También se llama cánula venosa central, catéter venoso central y vía venosa central. Así funciona un reservorio. Instrumento que lo tendrá como amigo duran te todo el proceso que dure mi enfermedad

No puedo dejar de sonreír, pues en ello me va la vida. Y no exagero, ya que una sonrisa, acompañada de una actitud positiva, alejan a las enfermedades. Cuando la vida te pone aprueba con una enfermedad agresiva y mortal, no puedes ni debes decaer, desanimarte y menos aún deprimirte. Debemos confiar en la ciencia de la medicina, apoyada con la actitud positiva que tú pongas. Lo importante ahora es luchar con mucha fuerza y fe; intentando levantarte todos los días con una sonrisa. Sin duda, es la mejor medicina y antídoto para vencer al cáncer. Es por ello, a todas aquellas personas que tienen esta enfermedad, que no se desanimen, que luchen y pongan toda la ilusión de que vencerán y que muy pronto volverán a recuperar la vida normal, pero también es verdad que lo aremos de otra manera diferente. Esto es una prueba que la vida no han puesto en nuestros caminos, donde tenemos que aprender muchas cosas positivas, especialmente de aquellos valores que habíamos olvidados por las prisas de nuestras vidas. Por lo tanto, y sacando conclusiones de todo esto, opino que hay que ir al golpito, poco a poco. Las prisas ya se acabaron en nuestras vidas. Ahora es cuando podemos hacerle frente de una manera objetiva y real. Así pues, estoy seguro que pronto volveremos a recuperar la libertad de esta enfermedad invasora y salir victoriosos para seguir viviendo con calidad de vida y realizar nuestros proyectos que tenemos pendientes.

La música calma mi dolor, mis pensamientos más dudosos, y cama mi sed en la desesperación de día a día. La música me traslada a otra dimensión del planeta tierra. Se convierte en dosis de morfinas para poder seguir luchando contra toda aquella enfermedad que perjudique mi salud. Escuchar la música es como beber agua de sus bellas notas expandidas en el aire y en cualquier rincón del mundo. No me importa embriagarme de sus sonidos y estrofas, de sus letras compuestas por el arte a través de las manos de sus compositores. La música, mezclada con la cultura y el arte generada por las manos del ser humano, forman un binomio romántico de luz y color. Vivo de esa cultura y del arte, las cuales empapan mi cerebro con ganas y voluntad de seguir escuchando esas preciosas estrofas que dan vida y esperanza para no decaer en el empeño y fuerza de voluntad de lo que necesito y quiero de esta vida. Por último, no dejemos que el enemigo interior se haga dueños de nuestros cuerpos.

Rafael J. Lutzardo Hernández

Rafael J. Lutzardo Hernández

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