13.02.2021 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
Ni que decir tiene, que el turismo en Canarias ha sido el motor de la economía para la evolución y desarrollo de las islas. Ahora más que nunca, en este comienzo de siglo XXI, con la llegada de la pandemia del coronavirus, las Islas Afortunadas se han visto alteradas y diezmadas al no poder contar con la importante presencia del turismo europeo. Es por ello, ahora más que nunca, la prioridad es intentar frenar la Covid-19, con el objetivo de poder volver a la normalidad y recuperar nuevamente el turismo, ese motor económico que enriquece la actividad económica, mundo empresarial y puestos de trabajo.
Retrocediendo al pasado, y valorando la importancia que significaron las Islas Canarias para los clásicos griegos, Homero, Hesíodo, Píndaro, Heródoto, Platón, Estrabón, Plutarco o Luciano, describieron de las islas Canarias datos muy importantes y significativos. Plutarco, afirmaba: «Hállanse éstas en número de dos, separadas la una de la otra por un brazo de mar muy estrecho, y se les denomina islas Afortunadas. El cambio de las estaciones es insensible, y en todas ellas circula un aire puro y saludable».
Las leyendas sobre Canarias tienen que ver con la especial naturaleza de las islas, que ha propiciado que sean aptas para generar mitos. Todo en ellas parecen estar bajo los efectos de lo sobrenatural; sus pobladores, su orografía, incluso su vegetación o su fauna. No hay Historia de Canarias que no recoja referencias al mundo antiguo y a su relación con ella.
Según la mitología griega, la Atlántida era una gran isla habitada por un pueblo rico, sabio, justo y generoso gobernado por el dios del mar Poseidón. Cuando se volvieron codiciosos, Zeus decidió castigarlos con maremotos y erupciones volcánicas en la medida en que la isla fue destruida en solo una noche. Cuenta la leyenda que las ruinas de la Atlántida ahora se encuentran en el fondo del mar, debajo de las islas Canarias, y que el archipiélago está formado por los picos más altos y las montañas de este continente mitológico.
Por otro lado, el agradable clima y la suavidad de la temperatura del mar propiciaron que Tenerife comenzara a recibir turistas desde las últimas décadas del siglo XIX. Por entonces, miles de personas con problemas de salud acudían desde Europa para recuperarse de enfermedades reumáticas, cutáneas y respiratorias aprovechando la pureza del ambiente atlántico de Canarias y los beneficios de sus aguas. Si bien anteriormente había sido destino de exploradores, botánicos y geólogos, Tenerife comienza así a convertirse en el importante destino vacacional que es hoy en día.
En 1.886 se fundó en el Puerto de la Cruz la Compañía de Hoteles y Sanatorium del Valle de La Orotava, que gestionaba el sanatorio Orotava Grand Hotel. Pocos años después se construyeron otros edificios dedicados al alojamiento y la comodidad de los visitantes en el norte de Tenerife que se convirtieron en la primera oferta hotelera del archipiélago.
A partir de los años sesenta del siglo XX Tenerife comienza a recibir turistas interesados en descansar y en disfrutar del sol y del mar. Cabe destacar que la belleza natural de las cumbres de la isla y el impresionante patrimonio histórico de sus ciudades y pueblos complementan este claro modelo turístico de sol y playa, por lo que la importancia de Tenerife como lugar de vacaciones aumenta año tras año. Ya en los años 80 el turismo crece hasta el sur de la isla en torno a núcleos tan importantes como Los Cristianos, Playa de las Américas o Costa Adeje. Además, el Parque Nacional del Teide es el segundo parque nacional más visitado del mundo.
Entre los turistas más ilustres que han visitado Tenerife se encuentra la escritora británica Agatha Christie, que se alojó en el Puerto de la Cruz en 1927. En esta localidad tinerfeña terminó de escribir dos de sus novelas más populares, “El tren azul” y “El enigmático Mr. Quinn”. Ya en el año 1959 llegaba a Santa Cruz un lujoso yate que había partido de Marruecos y en el que viajaba Aristóteles Onnasis en compañía de su esposa y de Winston Churchill, que por entonces ya había cumplido los 85 años. George Harrison, Ringo Starr y Paul McCartney también descansaron en Tenerife tras el lanzamiento de su primer disco en 1963, donde pasaron desapercibidos entre el resto de visitantes extranjeros y pudieron disfrutar de sus últimas vacaciones lejos de los guardaespaldas, las fans y los periodistas.
Otra información interesante sobre la importancia del turismo en Canarias la podemos recopilar de David Lorenzo, el cual describe que Canarias fue visitada por habitantes de diferentes lugares de Europa desde la conquista. Muchos de ellos fueron comerciantes. Tampoco debemos olvidar que bastantes científicos comenzaron a hacer escala en las islas desde el siglo XVII en adelante. Les llamaba la atención las peculiaridades de nuestra naturaleza. Por lo general solían quedarse alojados en viviendas de familias ilustres que los invitaban muchas veces porque era símbolo de prestigio social.
Pero para hablar de turismo propiamente dicho habrá que esperar hasta el siglo XIX. En este momento comienzan algunas personas adineradas, sobre todo ingleses, alemanes, franceses, etc., a viajar por el mundo. Muchos comienzan a venir llamados por el clima benigno que hay en Canarias y también atraídos por el turismo de sol y playa, cada vez más popular entre las clases altas europeas.
Gracias al romanticismo el turismo insular va a verse muy beneficiado. Esta promoción tan “dulcificada” permitía que se viera Canarias como un edén perfecto para el descanso y disfrutar de la naturaleza. Se presentaba como un lugar donde la gente fallecía muy longeva y donde el aire era fresco y limpio. Cada vez fueron más comunes los libros de viajes y para la segunda mitad del XIX guías turísticas que informaban sobre Canarias ensalzando su belleza.
Para 1890 el archipiélago era un destino importante para el turismo de salud. Destacaba por la calidad de su agua y aire, perfecto para curar enfermedades (pulmonares, cutáneas) que no se podían tratar en las grandes ciudades. Esto tuvo un efecto llamada no solo entre la clases altas, en las medias y obreras, sobre todo originarias de Gran Bretaña. Las islas que más aprovecharon el auge del turismo de finales del XIX fueron Gran Canaria y Tenerife.
Para el comienzo del siglo XX el turismo era para el archipiélago uno de los sectores más rentables económicamente junto con la agricultura. Cada vez fue más constante la presentación en diferentes eventos turísticos. Además se siguió promocionando a las islas (sobre todo Gran Canaria y Tenerife) con guías, carteles turísticos, etc. En ese momento el turismo de salud empieza a perder terreno por el de sol y playa.
Pero el comienzo de la Guerra Civil y el bloqueo tras la II Guerra Mundial acaban con los proyectos de expansión turística. Pero esto no supuso el fin del turismo canario, aunque sí se vio seriamente limitado. De esta forma desaparecen algunos hoteles, pero surgen otros nuevos.
Los nuevos hoteles, a diferencia de los anteriores, abandonan la arquitectura racionalista (rechazada en un comienzo por el régimen franquista) y se sustituye por el neocanario. Con este estilo empieza la conocida como la etapa del “tipismo”. Se generaban hoteles y centros temáticos imitando la arquitectura típica de las islas. Era un turismo que sobre todo se desarrolló en las ciudades de Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife.
Esto comienza a cambiar a partir de los años 60. Con el comienzo del desarrollismo en España en las islas comienza a observarse un crecimiento sin precedentes. Los visitantes, aunque seguían siendo del norte de Europa, ahora únicamente van a querer disfrutar de sol y playa.
Esto obligó a que se cambiaran las cosas a marchas forzadas, adaptándose a los nuevos gustos. Comenzó en este momento el crecimiento de los principales cascos turísticos actuales: Maspalomas, Puerto de Adeje, Puerto de Mogán, Arona, etc. A Tenerife y Gran Canaria se les unen Lanzarote y Fuerteventura. Todas las expectativas en crecimiento fueron superadas con creces. La cantidad de hoteles que se construyen desde este momento superaron el centenar en todas las islas.
Con la llegada del siglo XXI comienza una nueva etapa. Aunque el sol y playa sigue siendo uno de los sectores más solicitados para el turismo canario, también se ha comenzado a explotar otro más relacionado con la naturaleza y el mundo rural. Gracias a la concienciación medioambiental, sobre todo en Europa, se ha abierto un nuevo mercado en las islas con mucho futuro. Esto además ha servido para diversificar el sector.