29.10.2022 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
Reconozco que cada vez hecho de menos aquellas cartas de papel que en antaño traía el cartero de la zona donde yo vivía. Cartas, que me animaban y provocaban en mí una sonrisa e ilusión en el momento de leerlas. Eso sí, siempre buscaba un espacio en un lugar donde pudiera leer con tranquilidad aquellas noticias transformadas en escrituras llegadas desde otros lugares del mundo. No oculto que en muchas ocasiones esperaba con verdadero interés la presencia del funcionario (cartero); preguntándole su había cartas para mí. El interés por esas cartas de papel era por razones variadas, lo que suponía una ilusión constante en aquella adolescencia de la etapa de mi vida.
Insisto, para mí el cartero de antaño era como un miembro más de mi familia; recordándole como una buena persona, dicharachero y con aquella maleta de cuero gigante que llevaba colgada en uno de sus hombros. Con el transcurso de los años, aquellas cartas escritas a manos han ido desapareciendo, pero también los portadores de llevar las noticias a los respectivos hogares. Ni que decir tiene, que al igual que la radio, los carteros fueron personas muy importantes en las vidas de muchos de nosotros, especialmente en época de guerras como fueron la Primera y Segunda Guerras Mundial y guerra civil española; donde las cartas escritas fueron inyecciones morales en momentos puntuales.
Por otro lado, gran parte de culpa de la casi desaparición de las cartas de papel escritas y de sus porteadores, la tiene la revolución tecnológica. Ahora, es Internet el que nos promociona la comodidad de enviar o recibir un mensaje por WhatsApp en cuestión de segundos. Mientras que antes, una carta tardaba días, semanas o meses, dependiendo al lugar que quisieras enviarla. Lo cierto es, que la vida ha ido evolucionando a pasos agigantados, motivando más comodidad en muchos sectores de las sociedades del mundo, pero también la pérdida tradicional de aquellos manuscritos envueltos en sobres de papel.
Imagen de archivo: Rafael J. Lutzardo Hernández