Lorenzo Ramos Rivero: “Mi gran sueño fue casarme, pero no pudo ser”

17.09.2019 | Santa Cruz de Tenerife | Reportaje

Por: Rafael J. Lorenzo Hernández

Lorenzo Ramos Rivero se despierta cada día con una ilusión, con un sueño. Su mirada le delata como una persona humilde, generoso y comprensivo. Al igual que su hermano Carmelo, sigue soltero. Este buen hombre nace en 1.947 en un pueblo del norte de Gran Canaria (La Degollada-Arbejales-Teror). Hijo de Juan Ramos Rivero y Adolfina Rivero Rivero, ambos fallecidos. Como todo ser humano, los recuerdos le invaden por momento y su mirada se introduce en el pasado recordando su época militar: “hice el periodo de instrucción en Tenerife (Hoya Fría) y una vez que juré bandera, me destinaron a Lanzarote”.

Actualmente vive de una pequeña paga del Gobierno de Canarias, combinanado sus ratos libres cuidando un pequeño ganado de pelibuey de un amigo y vecino de Arbejales (Teror); y, sembrando algunas verduras para su casa. También, suele visitar con frecuencia a la familia Germán Domínguez Naranjo, donde dedica un tiempo entre la tertulia y cuidar del huerto de la señalada familia.

Uno de sus grande sueño era casarse con una buena y bella mujer, “pero ese sueño no pudo cumplirse, aunque sigo estando con las puertas abiertas en mi corazón”; comentó.

Dedicado toda una vida a la construcción y a la agricultura, dejando en sus manos unas huellas visibles, callosas he imborrables, motivado por los duros trabajos de la vida del campo rural. Hombre de palabra de honor y acogiéndose a los valores de su época. Una época, que el mismo recuerda como “muy dura y de mucha escasez de alimentos”. Sin embargo tuvo tiempo para colaborar y entretenerse con la música, pero de una manera muy especial y significativa. Es decir, tocar para los difuntos. Sus instrumentos fueron la pandereta y la espada. Así durante 30 largos años de su vida.

Al respecto comento que “dediqué una gran parte de mi vida a colaborar en el grupo del Rancho de Ánimas de Arbejales de Teror, cantando y tocando por los difuntos. Íbamos casa por casa”.

Haciendo un breve repaso a la historia, El Rancho de Ánimas está formado por un grupo de personas que se reúne para cantar y tocar con la intención de recaudar dinero con el que costean misas por las almas de los difuntos. Es una de las tradiciones de carácter musical y religioso más antiguas de las islas y alrededor de ella se organiza una comunidad de vecinos con el fin de rememorar a los difuntos principalmente, pero también como forma de establecer vínculos sociales.

Su actividad se lleva a cabo entre noviembre-diciembre y febrero de cada año.

Se cree que, tras la conquista, esta manifestación llega a Canarias de la mano de las diferentes órdenes religiosas (finales del XVI y mediados del XVII).

Actualmente sólo perviven 12 ranchos en Canarias, todos ellos en las islas orientales, 3 de ellos en la isla de Gran Canaria: el de La Aldea de S. Nicolás, el de Valsequillo y el de Arbejales-Teror, conocido también este último como “Los Cantadores”.

Evolución histórica

Los rancheros más viejos de Gran Canaria siempre han considerado que estas agrupaciones nacieron de los judíos, concretamente de la Guerra de los Macabeos; seguramente lo que han querido decir es que el culto a los muertos, en el judaísmo y posteriormente en el cristianismo, tiene su pasaje bíblico: ese en el que Judas Macabeo, tras un guerra, quiso honrar a los muertos en ella con una colecta para hacer una fiesta con sacrificio expiatorio para que fueran absueltos de sus pecados.

Tras su introducción en las islas en los primeros siglos de la Colonización, nos encontramos que hacia el siglo XVIII, cuando quedan configuradas las principales parroquias, estas cuentan con su Cofradía y su Rancho de Ánimas. Todos ellos ya actuaban por la Navidad, aunque hasta el siglo siguiente en algunos lugares salían por el Día de los Difuntos.

En la segunda mitad del siglo XIX comienzan a desaparecer, arrastrados por el pensamiento liberal originado desde la Ilustración contra el excesivo culto y devoción a las ánimas; pero en las Canarias orientales algunos se mantuvieron como los de La Aldea, Barranco Hondo/Juncalillo, Arbejales de Teror, Valsequillo, Agüimes, Ingenio y la propia capital de Gran Canaria.

A raíz de la promulgación, en 1903, por el papa Pío X de su bula pontificia sobre la música sagrada, comenzó a prohibirse en las iglesias toda música profana (Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Canarias de 14-I-1904), donde se hacía mención al piano e instrumentos fragosos como el tambor, los platillos... Pero algunos párrocos no zanjaron radicalmente las intervenciones de la música popular dentro de las iglesias; sólo recortaron, progresivamente, las intervenciones de los tocadores y cantadores. Esta medida afectaba directamente a las Misas de la Luz9 y a los propios Ranchos supervivientes que intervenían en estas misas y en las solemnidades de la Nochebuena, Año Nuevo y Reyes.

Finalmente, casi todas estas manifestaciones populares acabaron en las Canarias orientales con la prohibición expresa del Sínodo Diocesano de 1947 del Obispado de Canarias. En ese momento subsistían en Gran Canaria cuatro Ranchos: los de Arbejales (Teror), Valsequillo, Juncalillo y La Aldea10, quedando al final dos: Arbejales y Valsequillo.

En 1991 se recupera el Rancho de La Aldea en cuyo contexto, el 11 y 12 de diciembre de 1992, en el marco de las I Jornadas Regionales de Folclore que organizó, en este pueblo, el Proyecto Comunitario, se produce el primer encuentro de los Ranchos supervivientes de Canarias, y allí estuvieron los de Arbejales, Valsequillo y La Aldea (Gran Canaria); Tiscamanita (Fuerteventura) y Teguise (Lanzarote). En estas jornadas se produjeron interesantes debates y se plantearon cuestiones relativas a su futuro11.

Los Ranchos han continuado hasta la actualidad renovados con otras generaciones, manteniendo nuevos encuentros y con referencias continuas en la prensa. En 2006 se promovió presentar su candidatura a los Premios Canarias en la modalidad de Cultura Popular. El Jurado decidió dar el premio al Proyecto de Pinolere, consolando a los Ranchos de Ánimas con la Medalla de Oro de Canarias. Luego han recibido otras distinciones. Actualmente hay siete Ranchos de Pascua en Lanzarote (San Bartolomé, Teguise, Haría, Yaiza, Tías, Mácher y Tinajo); dos en Fuerteventura (Puerto del Rosario y Tiscamanita) y tres en Gran Canaria (La Aldea, Teror y Valsequillo).

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Rafael J. Lutzardo Hernández

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