18.09.2016. Redacción.
“La Felicidad”
Por Mª José Godoy Bellas.
Las teorías del amor, el miedo y el sufrimiento vuelven a emerger en pleno siglo XXI bajo la crisis económica Europea.
Algunos filósofos afirman que “existir es estar solo en el mundo”. Así ocurre hoy, en pleno siglo XXI .A pesar de existir tantos adelantos tecnológicos el hombre sigue buscando respuestas a hechos que le ocurren en su vida cotidiana. La búsqueda de la felicidad es el tema del artículo que hoy nos ocupa.
Según Aristóteles, la felicidad no consiste en conseguir los placeres, por el contrario, se es feliz cuando nuestro comportamiento se opone al placer dedicándose a la acción política y a la contemplación.
El tiempo ha pasado y la buscamos con la certeza de que la felicidad depende de obtener algo externo y vivir de acuerdo a los valores culturales del momento.
Estas creencias nos llevan a ir por la vida pensando que, si logramos tener un poco más de dinero, una casa, un coche ,la aceptación o admiración de la gente, vernos más jóvenes, etc., entonces sí, vamos a ser felices. Esto nos ha ocasionado una serie de sufrimientos y de desequilibrios psíquicos que nos ahogan. ¿Cómo afrontar todo esto? La mayoría de la población actual decide asistir a los llamados terapeutas emocionales o psicólogos para guiarnos en estas frustraciones que es el mal de nuestro siglo y no nos damos cuenta de que ser feliz es disfrutar de las cosas que nos rodea en el momento, estar con la familia, charlar con amigos, pasear y sobre todo y más importante abrazar a las personas. Sí, el simple hecho de abrazar, ese contacto físico es lo que nos reconforta.
Este mundo tiende al individualismo donde solamente nos interesamos por nosotros mismos sin percatarnos de los intereses y necesidades de los otros. Esta actitud está claramente extendida, principalmente en muchas sociedades que dan certera importancia al sistema capitalista y fluye con intensidad en estos momentos en Europa donde la crisis refleja el estado de insatisfacción que proyecta el ser humano: una insatisfacción provocada por el desempleo y por el deterioro de las relaciones laborales, en forma de pérdidas efectivas de derechos. Ello provoca un estado de continua ansiedad y frustración. A pesar de esto yo soy optimista y confío en la capacidad de amar de las personas para paliar los sufrimientos emocionales que es el mal del siglo XXI.