26.05.2017. Santa Cruz de La Palma.
El sacerdote Antonio Hernández Hernández ha recibido hoy el título de Hijo Predilecto de la Isla de La Palma. El presidente del Cabildo Insular de La Palma, Anselmo Pestana, ha realizado esta distinción honorífica al rector del Real Santuario Insular de Nuestra Señora de Las Nieves en el transcurso de un Pleno Solemne en el que la fundación que Antonio Hernández preside, Proyecto Hombre Canarias, también ha recibido la Medalla de la Isla de La Palma.
El presidente de la Corporación Insular, Anselmo Pestana, ha destacado que Antonio Hernández y Proyecto Hombre Canarias son “un ciudadano y un proyecto ejemplares que han de servir como referentes todos aquellos que desde la sociedad civil quieran comprometerse en la consecución de una sociedad más justa, más libre y más igualitaria”.
En su discurso, el presidente del Cabildo ha insistido en destacar el mensaje que Antonio Hernández, en su labor personal y en la que realiza a través de la fundación Proyecto Hombre Canarias, siempre ha transmitido: “acoger, acompañar e integrar a la sociedad a las personas”.
“Quiero partir del gran afecto, orgullo y gratitud que esta Isla de La Palma y su Cabildo tiene por “don Antonio, el cura” y por Proyecto Hombre, una persona y una iniciativa que han salvado miles de vida, que han rehecho familias, que han devuelto la esperanza y que han dado futuro a quienes habían sido despojados de él”, ha asegurado el presidente del Cabildo.
Anselmo Pestana ha detallado la trayectoria de Antonio Hernández destacando que “ante la gravedad de los problemas de drogadicción y marginación que comenzaban a hacerse patentes en nuestro tejido social y ante la escasez de respuestas que la sociedad y sus instituciones exhibían ante este problema, nuestro “cura”, entendió que su acción pastoral habría de reorientarse hacia desempeños menos confortables y más comprometidos con los desfavorecidos. Don Antonio, imbuido por su recio espíritu forjado por las duras condiciones naturales y sociales de su entorno, por sus firmes convicciones religiosas y su espíritu de servicio a los demás, decidió que estaba llamado a plantar cara a un problema cuya solución se le antojaba, compleja pero imprescindible”.
En cuanto a Proyecto Hombre Canarias, Anselmo Pestana ha apuntado que “hoy, tras 27 años de andadura, podemos afirmar que la de CESICA-Proyecto Hombre Canarias es una historia de éxito y un referente en materia de atención y ayuda a los drogodependientes, que sigue ofreciendo respuestas a quien lo necesita, y en la que nuestro paisano, hoy merecidamente reconocido por la Isla que le vio nacer y forjo su carácter, ha puesto lo mejor de sí mismo al servicio de los demás”.
Antes de hacer entrega de los títulos, el presidente del Cabildo ha destacado que en el acto institucional solmene celebrado hoy se unían “por un lado, la entrega de la Medalla de la Isla de La Palma a Proyecto Hombre Canarias, una iniciativa de un paisano comprometido y en la que se identifican los más altos valores de nuestra gente y que lleva ya 27 años de andadura de servicio a la sociedad, y el nombramiento de Hijo Predilecto de la Isla de La Palma a quien impulsó la creación en Canarias de esa organización y la ha mantenido viva, a Don Antonio Hernández que, en estos casi ya 50 años de ejercicio sacerdotal e ilimitada e ilusionada capacidad de entrega al ser humano ha demostrado que con humildad y trabajo riguroso, otra sociedad, mejor y más igualitaria, es también posible”.
Discurso del Presidente del Cabildo de La Palma, Anselmo Pestana
“Acoger, acompañar, e integrar en la sociedad a las personas”… acoger, acompañar, e integrar… Esta frase la pronuncia Don Antonio Hernández Hernández cuando le preguntamos por su misión al frente de Proyecto Hombre: acoger, acompañar e integrar, ¡qué tres palabras tan sencillas y qué titánica tarea su consecución¡ A razón de su lucha, de su esfuerzo, y de sus méritos, hoy el Cabildo de La Palma tiene el honor de conceder la Medalla de la isla de La Palma a Proyecto Hombre, y el título de Hijo Predilecto al Sacerdote Don Antonio Hernández Hernández.
¿Qué podemos decir de un hombre al que sus congéneres le han cambiado cariñosamente su apellido? ¿Qué podemos decir de Don Antonio “El Cura” que no se haya dicho ya? ¿Qué podemos poner de manifiesto sobre una iniciativa que ha salvado miles de vidas, que ha rehecho familias, que ha devuelvo la esperanza y dado futuro a quienes habían sido despojados de él? Quiero partir del gran afecto, orgullo y gratitud que esta Isla, a la que, a través del Cabildo de La Palma represento, tiene primero por el Hombre, y también a su Proyecto.
Don Antonio Hernández nace el 15 de diciembre de 1942 en el municipio de Fuencaliente. No se escapa a la razón que su infancia transcurre en unos años difíciles para nuestro país, especialmente para una isla eminentemente agrícola como era la nuestra en los años 40, marcados por la postguerra y además por las inclemencias del entorno. Pero si lo pensamos bien, nuestro hijo Predilecto tiene todas las bondades de su tierra natal, Fuencaliente, la frescura y la riqueza de su costa, la fortaleza de sus pendientes, que hacen mejor a quien las supera, y la sabiduría de combinar los elementos para sacar lo mejor de la tierra, como la vid, que renace una y otra vez. Su hoja de vida nos dice que es inquebrantable como los montes que recorre en su infancia, persistente como el alisio y un reflejo de la adaptabilidad de quienes les rodean, personas fuertes y bravas que resisten el frío, el calor, riadas e incluso el fuego, que ha azotado sin compasión el sur de nuestra isla. Don Antonio es como los volcanes de su tierra, unos gigantes cuya apariencia de tranquilidad puede confundirnos, por dentro son un torbellino de acción que cuando emergen lo cambian todo, en este caso para bien, porque ha abierto un camino de acción, de hechos de valor incalculable para nuestra sociedad… Todas estas vicisitudes forjan desde el inicio un particular carácter que lo han acompañado a lo largo de su vida, y del que nos sentimos especialmente orgullosos pues ha llevado el buen nombre de La Palma allí donde ha estado.
Quienes han conocido la más tierna infancia de nuestro Hijo Predilecto nos hablan de su preocupación constante por los problemas de sus vecinos, de sus ganas inquebrantables de colaborar, de formar parte de la sociedad que le rodea, de su presencia en los avatares de los barrios y vecinos de su Fuencaliente natal. Su familia estaba vinculada a la parroquia, dado que su padre era Sacristán, y este hecho, unido a su espíritu de naturaleza inquieta hace que con apenas 15 años inicie una nueva etapa.
Esa nueva etapa la marca algo en su interior, que le decía que debía tomar ese camino, la senda de la ayuda al prójimo. Es en 1957 cuando Don Antonio Hernández ingresa en el seminario de San Cristóbal de La Laguna, ordenándose como sacerdote el 12 de junio de 1968. En La Palma, ha desempeñado su ministerio en Garafía, Tijarafe, Puntagorda, Tazacorte, Los Llanos de Aridane, Villa de Mazo, y, en la actualidad, Don Antonio Hernández ejerce de Rector del Real Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves, patrona de la Isla de La Palma; siendo además presidente de la Fundación Canaria CESICA- Proyecto Hombre Canarias, organización, que a su vez, cumple 27 años de trabajo con las personas drogodependientes, apostando por el reciclaje profesional para adecuarse con más eficiencia y eficacia a las nuevas demandas sociales, y promoviendo el voluntariado como herramienta fundamental de participación.
No descubrimos nada si decimos que la década de los 80 fue muy convulsa socialmente hablando. En España acabábamos de salir de una dictadura, el drama humano se nutría de una economía maltrecha y de un tejido social cosido a jirones, con retales de falsa igualdad por un lado, una precaria educación, una sanidad universal todavía en pañales y donde palabras como prevención o adicción no existían. Era impensable hablar de un Plan Nacional contra la drogadicción, de terapias psicosanitarias, de reeducación o de reinserción.
Sin embargo, es en esa época, cuando apenas con 15 años de ejercicio del sacerdocio, la realidad que le rodea le lleva a intentar buscar una solución a un problema que se vuelve más virulento y global, la drogadicción. La llamada interior se repite con más fuerza y algo le empuja a ofrecerse a los demás por segunda vez; sintió que su obligación era hacer algo por los muchachos que antaño se acercaban a su parroquia y hoy eran una sombra de sí mismos y una fuente de preocupación y de alarma, no sólo para sus familias, sino también para el conjunto de una sociedad que los rechaza y estigmatiza.
Como Don Antonio nos reconoce, su vida estaba orientada a ser la de “un párroco normal y corriente”, pero ante la gravedad de los problemas de drogadicción y marginación que comenzaban a hacerse patentes en nuestro tejido social y ante la escasez de respuestas que la sociedad y sus instituciones exhibían ante tamaño problema, nuestro “cura”, entendió que su acción pastoral habría de reorientarse hacia desempeños menos confortables y más comprometidos con los desfavorecidos.
Don Antonio, imbuido por su recio espíritu forjado por las duras condiciones naturales y sociales de su entorno, por sus firmes convicciones religiosas y su espíritu de servicio a los demás, decidió que estaba llamado a plantar cara a tamaño problema cuya solución se le antojaba, compleja pero imprescindible.
Él mismo reconoce que en los inicios su trabajo parecía nos dar resultados positivos y que la drogadicción podía más que sus esfuerzos y determinación por rescatar de sus garras a las personas que habían sido atrapadas en su cruel y siniestro destino.
En sus primeros pasos para abordar el problema fue a la búsqueda de los jóvenes atrapados por las drogas para comprender su realidad y sus derivas personales y trabajar conjuntamente con ellos en la búsqueda de alternativas y actividades que pudieran motivarles hacia cambios de actitudes vitales con las que superar sus problemas de drogadicción y facilitar así su reinserción en la sociedad. Les hablaba de manera directa en sus propios espacios, lugares de ocio y de consumo, incluso fue pionero en organizar y realizar un retiro de más de 20 jóvenes en el Llano de Las Moscas para motivarlos a superar aquellas circunstancias que estaban arruinando sus vidas.
Pero los lentos y escasos resultados le hacen comprender que no cuenta con los medios y las herramientas suficientes para afrontar semejante problema y que es imprescindible dar un salto cualitativo en la búsqueda de formación y preparación especial para poder dar respuesta y soluciones a la lacra que la droga suponía y supone en las personas atrapadas por ellas y para la sociedad en general. D. Antonio se da cuenta en aquel momento que “no tiene soluciones para nada, solo para acompañar”, pero armado de su incansable espíritu de servicio, lejos de amedrentarse ante las dificultades, decide dar un paso más.
Siendo manifiesto su interés por ayudar a los jóvenes con problemas de adicción, reconocida por su capacidad de trabajo y su valentía así como su ingente compromiso con los más desfavorecidos y sus familias, el Obispo D. Damián Iguacén le facilita la posibilidad de conocer el Proyecto Hombre y de formarse en esta materia.
Había llegado el momento de añadir a la capacidad de trabajo y al entusiasmo, el conocimiento técnico y el estudio y valoración de las experiencias existentes en este campo para de esta manera gestionar con mayor eficacia a grupos humanos complejos y obtener resultados positivos en la lucha contra las adicciones.
Nuestro homenajeado pasa unos años de preparación en centros especializados de ayudas terapéuticas de Bilbao y Roma, lugares donde comprueba que los problemas de adicción a las drogas se generan como consecuencia de fenómenos sociales complejos y que es, desde el esfuerzo de la misma sociedad que los genera, donde ha de radicar su solución con el trabajo, la ayuda y la interacción de todos los estamentos sociales, desde los que forman el círculo íntimo de los adictos, es decir, su familia, amigos y compañeros, a los voluntarios, empresas, entidades sociales y el sector público pues la colaboración de la Administración de es vital para la consecución de tan noble objetivo.
En definitiva constata que “no solo con voluntad se sale de ese problema, y que se necesita personal formado que ayude en las respuestas y soluciones”, además de comprensión e implicación del conjunto de los agentes sociales para coadyuvar a la solución de una problemática que afecta de manera muy especial a los más jóvenes y de manera significativa a los menos favorecidos.
Fruto de la formación y de la información recibida Don Antonio, con el ímpetu y espíritu de servicio a los demás que le ha caracterizado a lo largo de toda su trayectoria vital, reúne a su alrededor a un conjunto de buenos y decididos profesionales con los que crea equipos de trabajo imbuidos de su misma idea y determinación y se lanza, en ímproba tarea, a la búsqueda de los recursos necesarios para materializar el Proyecto Hombre en Canarias consiguiendo abrir en 1991 el primer centro “Acogida” del Proyecto en Santa Cruz de Tenerife, al que seguiría otro centro, en 1993, en Las Palmas de Gran Canaria. Había tomado vida por fin el Proyecto Hombre en Canarias.
Con la formación y las experiencias acumuladas por Don Antonio y su equipo, con el decidido e inestimable apoyo prestado al Proyecto por las dos Diócesis de Canarias y apoyándose en la implantación territorial de la que disponía Cáritas, el Proyecto Hombre fue creciendo y comenzaron a implementarse y desarrollarse y consolidarse los programas de atención a los drogodependientes y a sus a familias que hoy, tras 27 años de andadura, podemos afirmar que es una historia de éxito y un referente en materia de atención y ayuda a los drogodependientes, que sigue ofreciendo respuestas a quien lo necesita, y en la que nuestro paisano, hoy merecidamente reconocido por la Isla que le vio nacer y forjo su carácter, ha puesto lo mejor de sí mismo al servicio de los demás.
El objetivo de Proyecto Hombre es la prevención de las adicciones, así como la atención integral del problema, acompañando a las personas y a sus familias, para alcanzar la plena autonomía personal y social de los afectados por esta problemática que cuenta en la actualidad con 27 centros de atención en todo el país. Las cifras son realmente extraordinarias y dignas de mención: más de 700 de nuestros paisanos han sido atendidos entre 1991-2017 por Proyecto Hombre en alguno de sus 5 centros localizados en Canarias, y además de entre los profesionales que trabajan en dichos centros, un 28% proceden de nuestra Isla.
En estos 27 años de Proyecto Hombre en Canarias, ha sabido adaptarse a la realidad cambiante de las condiciones sociales, económicas, culturales y familiares de los que han caído en el mundo de la adicción, y a las de sus entornos familiares y sociales, así como a las mutaciones de las sustancias y productos psicotrópicos, y con ello dar respuesta a las necesidades de la sociedad según los hábitos de consumo y las necesidades de intervención.
Para ello, a lo largo de estas casi tres décadas, el Proyecto Hombre ha ido adaptando la metodología, y la estructura y el funcionamiento de los centros, programas base, de reinserción, comunidades terapéuticas, programa contra la cocaína, programas para adolescentes y jóvenes, pisos de apoyo, talleres de empleo, casas de oficio, trabajos y programas preventivos, herramientas de reinserción socio - laboral, y la atención a los drogodependientes en Centros Penitenciarios. En palabras de D. Antonio “Los perfiles de consumidores van cambiado y para ser eficaces nos tenemos que ir adaptando a dichos cambios”.
En el Proyecto Hombre juegan un papel destacado los voluntarios. Y desde aquí queremos resaltar su participación y ayuda. Personas que dan lo mejor de sí mismos, desinteresadamente, para el éxito del Proyecto. Sin duda la capacidad de transmitir entusiasmo de nuestro homenajeado ha sido siempre un acicate para los mismos que se ven motivados a colaborar por los valores y los compromisos que D. Antonio transmite.
Desde la apertura del primer centro, se cuentan por millares las personas que han pasado por los programas de prevención, atención e intervención de Proyecto Hombre que han logrado recuperarse y reinsertarse en la sociedad, y muchos de ellos se han convertido en entusiastas voluntarios de los centros a los que devuelven parte de las experiencias vividas que les han permitido superar sus problemas de adicción, constituyéndose así en claro ejemplo para aquellos que aún se encuentran sumidos en el problema. Es el germen del cambio, pieza clave en el funcionamiento de este Proyecto.
En estos años que han trascurrido desde que Don Antonio comienza la andadura que ha desembocado en lo que Proyecto Hombre es a día de hoy en Canarias, muchos han sido los reconocimientos individuales y colectivos que se le han hecho, sin que ello le haya desviado la atención de su principal tarea que sigue siendo la de “acoger, acompañar e integrar en la sociedad a las personas”.
Para encontrar soluciones a los problemas derivados de la adicción a las drogas hay que posicionarse colectivamente frente a las mismas y sus consecuencias, contar con el apoyo de las familias, mostrar los cientos de casos de éxitos que demuestran que es posible y concitar el apoyo y la colaboración tanto del sector público del privado, en una tarea que nos incumbe a todos y de la que el Proyecto Hombre, impulsado por nuestro paisano, es una muestra clara de que si se quiere, se puede.
En el Acto Institucional que hoy celebramos se unen por un lado la entrega de la Medalla de la isla de La Palma al Proyecto Hombre Canarias, iniciativa de un paisano comprometido y en el que se identifican los más altos valores de nuestra gente y que lleva ya 27 años de andadura de servicio a la sociedad, y el nombramiento de Hijo Predilecto de la isla de La Palma a quien impulsó la creación en Canarias de esa organización y la ha mantenido viva, a Don Antonio Hernández que, en estos casi ya 50 años de ejercicio sacerdotal e ilimitada e ilusionada capacidad entrega al ser humano ha demostrado que con humildad y trabajo riguroso, otra sociedad, mejor y más igualitaria, es también posible. Se acredita así mismo que en una sociedad democrática el papel del ciudadano no termina en el momento de depositar su voto en unas elecciones ya que para la consecución de una sociedad mejor y más justa es necesaria la participación de la sociedad civil con el impulso y el compromiso como el acreditado por nuestro homenajeado.
Hacemos hoy un merecido reconocimiento a un ciudadano y a un Proyecto ejemplares que han de servir como referentes todos aquellos que desde la sociedad civil quieran comprometerse en la consecución de una sociedad más justa, más libre y más igualitaria.
Muchas Gracias