21.03.2017. Los Realejos.
El alcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez, y la concejala de Fiestas y Cultura, Isabel Socorro, presentaron en la mañana de este martes 21 de marzo el cartel que ilustra la Semana Santa 2017 de la villa, protagonizada en esta ocasión por el Cristo en la Cruz del insigne escultor grancanario José Luján Pérez, una pieza custodiada en la parroquia matriz del Apóstol Santiago.
Según el alcalde, “el Ayuntamiento ha vuelto a convocar reuniones previas de coordinación con los diferentes párrocos, como representantes eclesiásticos y de hermandades y cofradías, para apostar por una promoción conjunta de la Semana Santa del municipio, con la particularidad realejera de que ésta está dividida en diversas parroquias y hay que acordar la difusión unificada, así como el apoyo del consistorio en otras necesidades como los servicios municipales o la atención de la seguridad y las emergencias, entre otros”.
En este sentido, Isabel Socorro adelantó que “el Ayuntamiento se ha hecho cargo un año más de la edición de 300 carteles y 3.200 programas, que comenzarán a distribuirse en las propias parroquias a partir de este fin de semana, ya que el 1 de abril a las 20:00 horas, en Santiago Apóstol, está prevista la lectura del pregón, en esta ocasión a cargo del notario eclesiástico y arcipreste de La Laguna, el reverendo Juan Antonio Guedes Suárez”.
Como concejala de Cultura, Isabel Socorro también quiso destacar “un programa de actos en el que además de la actividad religiosa no faltarán acciones complementarias como conferencias divulgativas o la presencia destacada de la música a través de las dos bandas de referencia de la localidad, la Sociedad Musical Filarmónica de Los Realejos y la Agrupación Musical Cruz Santa, quienes a través de conciertos y el acompañamiento en procesiones seguirán protagonizando una parte importante del patrimonio cultural de la Semana Santa realejera”.
El Cristo en la Cruz, de Luján Pérez (por Cesáreo López Plasencia)
El propio programa de la Semana Santa 2017 recoge un extracto del trabajo de investigación sobre la imagen del Cristo en la Cruz de Lujan Pérez, firmado por el realejero especialista en historia del arte Cesáreo López Plasencia y publicado en el Anuario de Estudios Atlánticos de 2012, que se reproduce a continuación.
La parroquia matriz del Apóstol Santiago de Realejo Alto cuenta, entre su rico patrimonio histórico-artístico, con una hermosa escultura lignaria de Cristo en la cruz . La dicción plástica de la talla coincide notablemente con las formas que ofrecen las obras de igual iconografía debidas a la gubia del insigne escultor grancanario José Luján Pérez (Santa María de Guía,1756-1815).
El Cristo, localizado en la capilla colateral del Evangelio, dedicada a Nuestra Señora de los Remedios, ha sido representado ya muerto, crucificado con tres clavos —pie derecho sobre el izquierdo— y reclinando su cabeza sobre el hombro derecho, en el que también cae un mechón de su cabello, magistralmente tallado. Su cuerpo dibuja una S, característica formal que se conoce como curva praxiteliana, la cual es propia de las obras del célebre escultor ateniense Praxíteles (ca. 370-340 a.C.) , del cual la toma el imaginero de Gran Canaria para dotar a sus Crucificados de un clasicismo de hermosas líneas y un depurado dibujo.
El rostro del Crucificado destaca, sobre todo, por la gran serenidad y mansedumbre que rezuma, serenidad que infunde al devoto creyente que se acerca a orar ante esta bella imagen del Hijo de Dios. Tal es el sosiego y la paz que refleja el divino rostro, que parece que Cristo estuviese plácidamente dormido, en lugar de haber expirado tras haber sufrido los cruentos tormentos de su Pasión redentora. Esta calma que mana de la faz del Cristo realejero es una característica que comparten los diez grandes Crucificados de Luján Pérez, al igual que los incluidos en su Obra Menor, los cuales fueron dotados de un carácter casi incruento, según señaló el Dr. López García. A esta paz contribuye sobremanera la policromía aplicada a la talla, pues la misma no acentúa las huellas del martirio a que se vio sometido El Salvador, no observamos en su anatomía grandes llagas purulentas ni excoriaciones epidérmicas.