Esperanza

11.07.2024 | Redacción | Escrito

Por: Inmaculada Fuentes Ballesteros

Autora del libro: "La noche que cambió mi vida"

No podía verla; aún no.

La oscuridad todavía reinaba en el firmamento. Las nubes amenazantes, negras, espesas, furiosas permanecían ahí, envolviéndolo todo.

El cielo rugía con enfado haciéndome estremecer, erizando mi bello.

Sin saber por qué, tal vez al comprobar el reflejo de uno de esos relámpagos, alcé la mirada que permanecía baja, viciada, clavada en la acera, como si en ella se concentrase todo el peso de mi vida.

Fue extraño.

Me quedé mirando fijamente, casi hipnotizada al ver la estampa que se presentaba frente a mis ojos.

Entre tanta oscuridad, entre tanta negrura, se erigía ELLA.

De esa enorme y espesa masa aterradora, destacaba un pedazo blanco, brillante, inmaculado, intentando abrirse paso.

Sí, era curioso ver como de la más absoluta tenebrosidad, podía desprenderse ese brillo, elevándose hacia lo más alto, dominante.

Aún era pequeña, pero ya se imponía.

Un escalofrío recorrió mi espalda. Una lágrima furtiva resbaló por mi mejilla, una incipiente mueca quiso ser una sonrisa.

No estaba todo perdido. Cabía la esperanza.

Aquella peña nube brillante, era capaz de iluminar el firmamento a pesar de estar rodeada de tinieblas. No temía la lobreguez de sus compañeras, confiaba en su pureza, en su propio destello.

Al modificar el punto de mi mirada, al dejar de enfocarla en el suelo y dirigirla hacia arriba, cambió lo que percibía.

Dejé de advertir la suciedad reinante, dejé de castigarme, dejé de limitar mi campo visual centrándome en un pequeño espacio que nada me aportaba.

Comencé a disfrutar de lo limpio, de la nitidez, de la libertad de visión, del espacio infinito por el que recorrer mi vista.

Empecé a darme cuenta de que los límites me los ponía yo misma al no dejarme mirar más allá, al no permitirme levantar mi ánimo, al no desprenderme del yugo de la angustia que fuerza mis ojos a mirar hacia abajo.

A partir de ahora, mi mirada no se esconderá.

Miraré hacia el frente, hacia delante, para seguir andando.

Miraré hacia arriba también, para seguir disfrutando de ELLA, de la libertad, de la ESPERANZA.

 

 

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